La proximidad de este establecimiento con los teatros del Paralel ha determinado el ambiente de esta casa, frecuentada desde hace años por artistas, pintores y políticos. Fotografías y cuadros dan fe de esta buena relación que ha ido tomando carácter con el transcurso del tiempo. En 1997 la apertura de nuevos salones privados, la cocina mucho más amplia que la inicial y la adecuación de la bodega fueron la respuesta de la familia Gironés a un público que mantiene con Ca L’Isidre una fidelidad total.
El trato, familiar esta en manos del patrón Isidro, su esposa Montse y de su hija Nuria, esta última formada en los mejores restaurantes de Francia. Maestra del mundo dulce, experta cocinera, ha ampliado su repertorio mediante cursos enológicos que le han permitido dar rigidez a los conocimientos que lleva implícito viajar con Isidre Gironés, un catador experto.
Es lógico dejarse aconsejar en la elección del vino, que en mi caso ha sido un Alcor, de viñas fuera de denominación específica, es decir, un DO Catalunya, elaborado en Hostalets de Pierola por Jordi Castellvi. Interesante coupage con la variedad syrah predominante, garnacha, cabernet, monastrell, y la poco conocida marcelan. También es personal la clarificación, solo del 60% del vino. Con el he probado los embutidos y anchoas del aperitivo y los penúltimos guisantes de la temporada, guisados a la francesa, sencillos, perfectos.
He continuado con las murgulas a la crema de foie, otro acierto en el que hay que mencionar el bajo punto de sal que marca la manera de respectar los sabores de la cocina de esta casa. He dejado para otra ocasión el clásico tartar de atún y los raviolis de langostinos con jengibre y lima para entrar en otros signos de identidad de la cocina de Isidre, a partir de los sesos de cordero a la mantequilla negra y los suculentos callos, que aconsejo incluso en media ración. Luego he compartido el arroz caldoso con bogavante, un plato de sabores puros, sin el maquillaje de un fumet potente. Dentro de esta cocina fundamentada en el producto de primera, quedan la sugerencias de los pulpitos salteados, el rodaballo con alcachofas crujientes y burrata o las espardeñas y gambas, con los pedigríes de Blanes y Palamos.
La carta de postres, con una pagina de recomendación de vinos generosos, entre ellos el Muscat de Beaumes de Venise de Paul Jaboulet, muestra la sabia y compleja habilidad de Nuria. El semifrio de mango con sorbete de fruta de la pasión, el helado de leche de coco con toffee ,la margarita colada, o el gin tónic en texturas son propuestas muy logradas, llenas de matices, sin ningún exceso de dulce. También recomiendo atención al completo surtido de destilados. El servicio es altamente competente.