En SrPerro, ya sabéis, Colega y yo nos pasamos el día rastreando lugares para fomentar el ocio con perro y una de nuestras actividades favoritas es ir de vinos con el can… Pero no sólo, también tengo una marcada afición por descubrir vinos que tengan etiquetas perrunas o, al menos, vagamente animales. Por eso cuando vi la botella de Tramp no pude resistirme, sobre todo porque junto a ella me entregaron un folleto ilustrado con la foto de una belleza de perro y en el que se narraba una historia canina que no puede ser más divertida, atípica o feliz… Bueno, también ayuda que Colega se da un cierto aire al Tramp de la etiqueta, lo reconozco.
La historia de Tramp es la historia de un can que escapa de una familia que no le trata nada bien. Salta del coche y se pone a correr y a correr hasta que llega a un lugar idílico en un pueblo llamado Els Hostalets de Pierola.
Allí, mientras se está zampando un gran racimo de uvas, se topa con un señor llamado Jordi que en vez de pegarle o chillarle para que se vaya, le habla amablemente y le rasca la cabeza, antes de invitarle a que le acompañe a su casa…
“No me lo podía creer. Eso si era una casa de verdad, con sofás y una cama a los que subirse, una chimenea con calorcito, una cocina que olía muy bien, escaleras para subir y bajar, habitaciones, rincones y más rincones… y además dos colegas que, por lo que intuí, habían llegado allí de manera parecida a la mía.”
“Me miraron un poco de reojo, como queriendo decir: ¡Cuidado! nosotros estamos aquí ya hace un buen rato. ¡No te pases, ¡novato! Me daba igual, sólo me fijé en el muslo de pollo que había en el plato para mi sólo. Me lo comí y no tardé ni cinco minutos en quedarme frito.”
“No se cuanto tiempo dormí pero la misma voz, que reconocí en seguida, me despertó llamándome: ¡Tramp! Venga que ya es hora de levantarse. ¿Tramp? y ese quién es, me pregunté. Si a mí siempre me habían llamado Chucho.
Jordí, me lo explicó. Tramp es como en inglés le llaman a un vagabundo y eso es en lo que me había convertido yo, sin saberlo. Me gustó y moví la cola en señal de agradecimiento. No dudé ni un segundo en aceptar el cargo que me dió a cambio de permanecer allí en Can Grau Vell, mi nuevo hogar. A partir de ese momento yo tenía que vigilar los viñedos defendiéndolos de cualquier intruso, fueran bichos de cuatro o dos patas o con alas.”
¿No es maravillosa la historia? ¿No es más que guapo Tramp?
Cada vez que leo ese relato entre ficticio y real me encuentro sonriendo y me vuelvo a alegrar de que la aventura de Tramp desembocara en un lugar tan maravilloso y perrunamente simpático como Can Grau Vell.
Me encanta que hayan apostado por promocionar su vino de una forma tan peculiar y personal. Y es que este gran y bello perro es la inspiración para un vino realmente excelente.
Lo único que me queda por hacer, después de haber disfrutado de una botella de Tramp es imaginar cómo será el encuentro entre Colega y ese otro sosias de Golfo. Porque de lo que no tengo ninguna duda es de lo bien que se lo pasan allí, en la casa y en los viñedos de Can Grau Vell, Tramp y sus ‘primos’, los otros SrsPerros que han tenido la suerte de llegar hasta la casa de Jordi Castellví.